Siglo XIX | Historia de la Ciudad de México

Tras la independencia, la Ciudad de México era capital del estado del mismo nombre. El 18 de noviembre de 1824 el Congreso decidió crear un distrito federal, entidad que albergaría los poderes federales. El territorio del Distrito Federal se conformó con la Ciudad de México y otros seis municipios: Tacuba, Tacubaya, Azcapotzalco y Mixcoac.

En esta época se vivió un período de luchas internas, dos invasiones extranjeras (la francesa y la norteamericana) y una guerra civil que terminó con el triunfo de los liberales y el gobierno de Juárez.

Durante su régimen se implantaron Las Leyes de Reforma, las cuales planteaban un examen de las bases históricas y filosóficas de la sociedad mexicana. Negaban tanto el pasado indígena como el catolicismo colonial al promover la disolución de las asociaciones religiosas y la propiedad comunal indígena; proponían la separación de la Iglesia y el Estado; la desamortización de los bienes eclesiásticos y la libertad de enseñanza (disolviendo Las órdenes religiosas que las monopolizaban).

Durante el siglo XIX, el Distrito Federal fue el escenario central de todas las disputas políticas del país. Fue capital imperial en dos ocasiones (1821-1823 y 1864-1867), y de dos Estados federalistas y dos Estados centralistas que se sucedieron tras innumerables golpes de Estado en el espacio de medio siglo antes del triunfo de los liberales tras la Guerra de Reforma. También fue el objetivo de una de las dos invasiones francesas a México (1861-1867), y ocupada por un año por las tropas estadounidenses en el marco de la Guerra de Intervención estadounidense (1847-1848).

Hacia finales del siglo XIX, el gobierno de México decide realizar numerosas obras urbanísticas que si bien tenían como centro de atención la Ciudad de México, terminarían por afectar a todo el territorio del Distrito Federal. Entre ellas se encuentra la construcción del Gran Canal del Desagüe, iniciado hacia 1878 y terminado en 1910. Está obra puso casi al borde de la extinción a los lagos que cubrían buena parte del territorio capitalino. Se introdujeron barcos de vapor para el transporte a través de los canales del valle, y tranvías para el transporte terrestre.